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para esos incrédulos cuya mente está de tal manera cegada por el dios de este mundo, que ya no son capaces de distinguir el resplandor del glorioso mensaje evangélico de Cristo, que es imagen de Dios. Porque no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor, presentándonos como servidores de ustedes por amor a Jesús. Pues el mismo Dios que dijo: Resplandezca la luz desde el seno de las tinieblas es el que la ha hecho resplandecer en nuestros corazones, para que irradiemos la luz del conocimiento glorioso de Dios reflejado en el rostro de Cristo.

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